Costes de almacenamiento: guía completa para reducirlos y controlarlos

Última actualización: octubre 11, 2025
  • Identifica y clasifica los costes (fijos, variables, directos e indirectos) para priorizar palancas de ahorro.
  • Optimiza espacio, procesos e inventario con Lean, automatización y planificación basada en datos.
  • Digitaliza: integra ERP/SGA, mejora la trazabilidad y ajusta el stock a la demanda real.

concepto de costes de almacenamiento

Entender cuánto cuesta realmente guardar y mover mercancía en un almacén es clave para la salud financiera de cualquier compañía. Los costes de almacenamiento no son solo el alquiler o la nave: abarcan energía, personal, tecnología, mermas, financiación del stock y mucho más, y si no se controlan, se comen el margen sin que apenas nos demos cuenta.

La buena noticia es que la mayoría de estos gastos pueden medirse, modelarse y reducirse con decisiones operativas y tecnológicas acertadas. En esta guía integramos toda la información relevante: definición, tipologías, factores que los disparan, fórmulas de cálculo, palancas de reducción, el papel de la digitalización y ejemplos prácticos que se están aplicando en el mercado.

¿Qué son los costes de almacenamiento?

Cuando hablamos de costes de almacenamiento nos referimos al conjunto de desembolsos necesarios para conservar inventario en condiciones adecuadas y moverlo con eficiencia dentro de una instalación. Incluyen el espacio físico (alquiler, amortización e impuestos), los seguros de la nave y de la mercancía, el consumo energético (iluminación, climatización o refrigeración), salarios del personal y los gastos de administración y gestión.

También forman parte las pérdidas no tan visibles: deterioros, caducidades y mermas por daños durante la manipulación, junto al coste de oportunidad de tener capital inmovilizado en stock que no rota. Todo ello impacta en la rentabilidad, en el flujo de caja y en el ciclo de explotación, condicionando la capacidad de inversión del negocio.

En la operativa diaria, estos costes se materializan en cada recepción, movimiento interno, ubicación, preparación de pedidos y expedición. Más allá de “guardar producto”, gestionar un almacén es orquestar procesos que consumen recursos físicos y humanos y que deben estar alineados con la demanda real.

tipos de costes en almacenes

Tipologías de costes de almacenamiento

Para analizarlos con precisión conviene ordenarlos en categorías. Una misma partida puede tener componente fijo y variable, directo e indirecto, según el volumen y la forma de operar del almacén.

Costes fijos

Son aquellos que se mantienen estables independientemente del nivel de actividad: alquiler o amortización de la nave, impuestos asociados al inmueble, seguros estructurales y parte del mantenimiento de instalaciones (pintura, pavimentos, aislamiento, reparaciones generales).

También son fijos los importes de financiación de la inversión inmobiliaria y de equipos de larga duración, así como el software base si su coste no varía por uso. La clave para diluirlos es exprimir la capacidad instalada y el aprovechamiento del espacio.

Costes variables

Crecen o decrecen con el volumen de artículos y operaciones: consumo energético por picos de actividad o refrigeración, materiales de embalaje, uso y mantenimiento ligado a horas de equipos (carretillas, transelevadores, transportadores), y personal eventual para campañas o temporada alta.

Cuando la rotación aumenta, suben las manipulaciones, el uso de medios y el gasto asociado. Gestionar estos picos con planificación, turnos flexibles y procesos estandarizados marca la diferencia.

Costes directos

Se imputan sin duda al almacén: salarios del personal de recepción, ubicación, picking y expedición; consumibles y embalaje; movimientos internos de transporte y las herramientas de picking. La automatización y un SGA o ERP bien integrados reducen tiempos improductivos y errores.

Entran aquí también los servicios subcontratados directamente ligados a la operativa: mantenimiento de carretillas, revisión de equipos informáticos, limpieza industrial del almacén o inspecciones periódicas obligatorias (por ejemplo, de estanterías).

Costes indirectos

No siempre son visibles, pero duelen en el resultado: mermas por daños en la mercancía, obsolescencia, caducidades, roturas de stock (ventas perdidas y pérdida de fidelidad) y descuadres de inventario por errores o robos.

Aquí también entra el coste de oportunidad del stock inmovilizado —capital que no puede usarse en otras inversiones— y los impactos financieros derivados de niveles de inventario por encima de lo necesario.

Costes por naturaleza de la actividad

Además de las clasificaciones anteriores, otra forma práctica de agrupar es por el origen del gasto: gestión y administración (nóminas, oficina, comunicaciones), mantenimiento del stock (seguros y conservación), infraestructura (alquiler, impuestos, reparaciones), operación (manipulación, transporte interno, materiales) e instalaciones (equipos, sistemas de almacenaje y software).

Estas familias ayudan a detectar dónde concentrar las iniciativas de mejora y qué palancas activar primero. Una buena contabilidad analítica permite asignar cada euro al proceso donde se consume.

¿Cómo se reparten los costes logísticos?

Dentro del mapa global de la logística, los gastos suelen agruparse en tres grandes bloques: aprovisionamiento, almacenamiento y transporte. Cada uno tiene variables propias y, si se optimiza uno sin visión de conjunto, puede encarecerse otro.

  • Costes de aprovisionamiento: selección de proveedores, negociación y gestión de pedidos. Crecen con complejidad de surtido y dispersión de orígenes.
  • Costes de almacenamiento: mantener la instalación en marcha y el inventario controlado, minimizando tiempos y manipulaciones innecesarias.
  • Costes de transporte: altísima incidencia, sensibles a factores externos (precio del combustible, peajes, restricciones). Rutas, consolidación y tipos de vehículo son palancas de ahorro.

Una decisión de compras de comprar en gran volumen puede parecer atractiva por precio, pero si dispara el stock encarecerá el almacenamiento y empeorará el flujo de caja. La optimización real es transversal.

Factores que condicionan el coste de almacenar

Las variables que más influyen en el coste cambian de un negocio a otro, pero hay patrones comunes. Identificarlas a tiempo evita sobredimensionar o quedarse corto en recursos.

  • Cantidad de producto y número de referencias: no es igual gestionar muchas unidades de pocas referencias (admite almacenaje compacto) que muchas referencias con menos unidades (prima el acceso directo y multiplica ubicaciones).
  • Dimensiones y estandarización: a mayor volumen y heterogeneidad, más espacio y medios. Estandarizar unidades de carga reduce coste por movimiento y mejora la densidad de almacenaje.
  • Localización del almacén: en zonas céntricas o polos logísticos tensionados, el suelo es más caro. Ubicar en periferia puede abaratar, pero debe cuadrar con el coste de transporte.
  • Estacionalidad: picos fuertes (campañas, climatología, sectoriales) elevan costes variables de personal, energía y manipulación.
  • Tipo de demanda y tamaño de pedido: pedidos pequeños y numerosos multiplican desplazamientos y preparaciones, afectando al coste de picking.
  • Método de preparación de pedidos: la estrategia de picking condiciona layout, altura operativa, equipos, sistemas de asistencia (voz/luz) y productividad resultante.

La altura útil es un arma de doble filo: gana capacidad, pero manipular en altura cuesta más tiempo y requiere equipos adecuados. El equilibrio entre densidad y accesibilidad es crítico.

Fórmulas y métodos para calcular los costes de almacenamiento

Cuantificar con números ayuda a decidir. Estas fórmulas permiten crear indicadores sencillos y comparables en el tiempo.

Fórmula básica de impacto unitario: Coste por unidad = Coste total de almacenamiento / Número de unidades almacenadas. Útil para evaluar el efecto de cambios de volumen o eficiencia.

Visión anual agregada: Coste total anual = (Costes fijos + Costes variables) × 12. Proyecta el gasto para presupuestar y contrastar escenarios.

Para artículos de alta rotación o con caducidad: Coste por unidad de tiempo = Coste total de almacenamiento / Días de almacenamiento. Ayuda a fijar límites de permanencia y a priorizar salidas.

Otra métrica extendida es el coste anual unitario (coste de almacenaje anual dividido entre unidades o palets). Ojo con asumir que “cuanto más lleno, mejor”: si el stock se inmoviliza y no hay entradas/salidas, el capital tardará mucho en recuperarse. La variable reina es la rotación de inventario.

Estrategias prácticas para reducir costes sin comprometer la operativa

La reducción pasa por actuar sobre espacio, procesos, inventario, transporte, energía, tecnología y personas. No hay bala de plata, sino un conjunto de mejoras acumulativas.

  • Aprovechar el volumen: elevar estanterías o instalar altillos autoportantes para maximizar m³/m² si la normativa y la seguridad lo permiten.
  • Pasillos más estrechos: adaptar equipos de manutención para ganar capacidad sin ampliar superficie.
  • Optimización de inventario: análisis ABC, eliminación de obsoletos, niveles de seguridad ajustados, puntos de pedido dinámicos.
  • Zonificación por rotación: ubicar A más cerca de zonas de expedición, definir rutas internas lógicas y reducir desplazamientos improductivos.
  • Automatización selectiva: soluciones como transelevadores, estanterías móviles, AGVs/AMRs, carruseles y transportadores según caso de uso.
  • Eficiencia energética: LED, sensores, fotovoltaica y buenas prácticas de climatización, críticos en refrigerados.
  • Principios Lean: eliminar desperdicios, estandarizar, Kaizen y mejora del flujo para elevar productividad y calidad.

En la parte de transporte, agrupar envíos, planificar rutas con software, optimizar secuencias de entrega y negociar tarifas con acuerdos estables suelen dar ahorros rápidos y sostenibles.

La capacitación es otro vector: formar al equipo en procesos, seguridad, tecnología y resolución de incidencias reduce errores caros. Con personal preparado se aprovecha mejor cada inversión en equipos y sistemas.

Por último, auditorías periódicas de costes operativos e inspecciones legales de estanterías y equipos evitan contingencias y anticipan inversiones. Medir para mejorar es innegociable.

Digitalización, ERP y SGA: aliados para el control del coste

La digitalización transforma la gestión del almacén al centralizar datos, automatizar tareas y dar visibilidad en tiempo real. Un ERP bien conectado con el SGA, compras, ventas y transporte permite sincronizar la cadena de extremo a extremo.

Beneficios tangibles: menos errores de registro, mayor trazabilidad, mejor planificación de capacidad, inventario más ajustado a la demanda y toma de decisiones basada en datos históricos y predicciones.

Existen soluciones sectoriales para pymes de distribución que priorizan control de inventario, reducción de costes, trazabilidad y personalización. Un ejemplo es una herramienta ERP orientada a distribución con módulos para seguimiento detallado, automatización de procesos y adaptación a cada empresa.

En el plano operativo, plataformas de gestión de flotas y conectividad de equipos (por ejemplo, monitorización del uso de carretillas) ayudan a reducir tiempos improductivos y a detectar patrones de consumo y mantenimiento preventivo.

La decisión entre comprar o alquilar equipos (como apiladores eléctricos) debe basarse en intensidad de uso, características del mástil, superficie de trabajo, solución energética y ROI esperado. Conectar estos equipos con las soluciones digitales multiplica su aportación.

Un SGA especializado —como los que comercializan distintos proveedores— coordina ubicaciones, ubicaciones dinámicas, lotes y caducidades, reglas de picking, reposiciones y control inventarial con precisión, habilitando KPI accionables.

Costes por instalaciones, equipos y servicios

Este bloque agrupa los elementos que maximizan capacidad y agilidad. Incluye estanterías industriales, equipos de manutención (manuales y automáticos), sistemas de asistencia al picking y soluciones de embalaje automático.

Entran además software de gestión de almacén, licencias, módulos de trazabilidad y analítica. Aunque intangibles, su coste está intrínsecamente ligado al rendimiento del almacén.

No olvidar amortizaciones, reparaciones, inspecciones técnicas y contratos de alquiler o mantenimiento de equipos. Una política clara de reposición y mantenimiento preventivo evita paradas y sobrecostes.

Otros costes no evidentes y riesgos a vigilar

Las roturas de stock generan pérdidas directas (ventas no servidas) y efectos reputacionales complejos de medir. Las mermas por daño en la mercancía durante manipulación y almacenamiento obligan a reprocesos o a desechar producto.

Los descuadres de inventario, ya sea por errores de información o sustracciones, distorsionan la planificación y provocan compras innecesarias. La obsolescencia de artículos que no encuentran salida comercial es otro sumidero de margen.

Qué se almacena con más frecuencia y modalidades en España

En la práctica, las empresas almacenan materias primas, productos semiterminados y terminados, pequeños materiales y mercancía importada para venta posterior. Algunos segmentos (muebles, por ejemplo) han crecido, mientras que hallar capacidades para sustancias peligrosas sigue siendo complicado.

En España conviven múltiples formatos: espacio exterior, interior, cámaras frigoríficas, depósitos aduaneros y almacenes para peligrosas. El almacenamiento a corto plazo cubre producción y distribución inmediata; el de largo plazo sirve para artículos con salida diferida y archivo.

Las instalaciones varían de pequeños almacenes a grandes centros logísticos, con creciente presencia de sistemas automatizados y soluciones de gestión. También existen casos de almacenamiento al aire libre (p. ej., materiales de construcción) cuando la mercancía lo permite.

La elección del almacén correcto según tipo de mercancía es crítica para asegurar seguridad, calidad y cumplimiento normativo. Ubicar bien la mercancía y dotarla de medios adecuados evita costes por deterioro o incumplimientos.

El reto de minimizar costes en un entorno complejo

La optimización debe verse de forma integral: reducir en un punto y provocar un sobrecoste en otro no sirve. Ejemplo clásico: comprar mucho más barato y después pagar por más espacio, financiación y obsolescencia.

El primer paso es conocer las palancas con mayor impacto en el coste del almacén: surtido (SKUs), rotación, layout, tecnología, energía y talento. Desde ahí, plan de acción con objetivos medibles y revisiones periódicas.

En el día a día, es útil apoyarse en proveedores especializados de sistemas de almacenaje que asesoren sobre estanterías, soluciones compactas o automatización cuando tiene sentido. El mercado ofrece catálogos amplios y servicios de consultoría para adaptar el almacén a la demanda real.

De igual modo, hay soluciones ERP de distribución enfocadas a pymes que refuerzan el control de inventario, reducen costes operativos, mejoran la trazabilidad y se adaptan a casuísticas específicas. Este tipo de herramientas impulsan eficiencia y reducen errores con información en tiempo real.

En equipos de manutención, elegir apiladores y carretillas adecuados —comprar o alquilar— según uso, energía y conectividad puede marcar el TCO. La electrificación eficiente, baterías de litio y la conectividad de flota aportan ahorro y sostenibilidad.

Buenas prácticas operativas concretas

Además de la tecnología, hay tácticas de impacto inmediato: evaluar el diseño del almacén, reordenar estanterías y pasillos, y elegir el tipo de estantería más eficiente para cada mercancía y método de picking.

Implementar sistemas de clasificación y picking automatizado allí donde el volumen lo justifique, y automatizar el embalaje para recortar tiempos de preparación, reduce el coste por pedido. Los transportadores ayudan a minimizar desplazamientos internos.

En inventario, inventarios cíclicos, mejora de la precisión del registro y RFID para seguimiento reducen errores y sobrecostes. Los niveles de seguridad y puntos de reorden deben basarse en demanda y plazos de aprovisionamiento reales.

Con el transporte, consolidar envíos, optimizar rutas y negociar condiciones con transportistas mejora el coste por entrega sin sacrificar servicio. La colaboración estable con operadores suele traducirse en mejores tarifas y fiabilidad.

Por último, la formación continua del equipo —especialmente en entornos cada vez más digitalizados— evita fallos caros y mejora la productividad. Invertir en personas multiplica el retorno de cualquier inversión tecnológica.

Mirar el almacén con lupa —costes fijos y variables, directos e indirectos—, apoyarse en datos y tecnología, y entregar mejoras operativas constantes permite contener el gasto sin perder agilidad ni servicio. Controlar el espacio, el inventario, la energía y la mano de obra es la combinación ganadora para mantener el margen a salvo en un entorno competitivo y cambiante.

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