¿Sabías que una de las mejores formas para rentabilizar tus ahorros radica en el interés compuesto? Es una de las maneras más populares entre los inversores para continuar incrementando su capital. Además, cada vez más ahorradores son conscientes de las nuevas metodologías para sacar rentabilidad a sus ahorros.
Si te interesa saber la diferencia entre el interés simple y el interés compuesto, este artículo es para ti. En él aprenderás las diferencias entre una y otra modalidad, de modo que también podrás beneficiarte del potencial que esconde este método.
El interés simple
El interés simple, comúnmente denominado interés, es el porcentaje de rentabilidad que reciben nuestros ahorros al cabo de un año. Este interés que proviene de la rentabilidad, puede venir de cualquier fuente que haya generado unos ingresos. Puede ser desde un depósito, a unos dividendos, un alquiler, etc.
Debido a que los actuales tipos de interés son más bajos de lo usual, los depósitos ya no ofrecen la rentabilidad que antes podían ofrecer. Esta es la principal razón que motiva a los ahorradores e inversores a buscar nuevas fuentes de ingresos. Esta es la razón por la que el interés compuesto cobra importancia en estos tiempos.
Un ejemplo común de interés simple, es el de obtener un 5% sobre algo. Imaginemos que este 5% proviene de 1.000 euros. Al cabo de un año generarán 50 euros. El segundo año 50 euros más, y así sucesivamente. Pasados 10 años, la persona tendrá sus 1.000 euros teniendo en cuenta que los activos no han variado, y habrá conseguido 500 euros en total. Sin embargo, si la persona no tiene necesidad de usar estos 50 euros obtenidos, puede optar en reinvertirlos en lo mismo, a esto se le llama interés compuesto. Vamos a ver a continuación de qué se trata.
El interés compuesto
En este punto las cosas comienzan a ponerse interesantes. Tomando de ejemplo el caso anterior, en el que la persona decide reinvertir el 5% obtenido, en este caso los 50 euros generados de los 1.000 euros.
El primer año, al igual que el caso anterior, los 1.000 euros habrán generado 50 euros. Esta vez, para el segundo año, reinvierte los 1.000 euros más los 50 euros adicionales, un total de 1.050 euros al 5% también. Para este segundo año, el interés generado habrá reportado un total de 52’50 euros. La esencia de este método radica en volver a repetir lo anteriormente mencionado. Es decir, a los 1.050 euros se le sumarán los 52’50 euros generados, un total de 1102’50 euros. Una vez finalizado el tercer año se habrán reportado unas ganancias de 55’13 euros.
De continuar así, al terminar el décimo año, con el interés simple habríamos tenido un total de 1.500 euros. Con el interés compuesto la cifra se eleva hasta los 1628’89 euros.
Efecto bola de nieve
Este efecto también es conocido como “bola de nieve”. Esto se debe a que la idea tiene como referencia a la de dejar caer una bola de nieve por una ladera. Al principio puede ser pequeña y le costará crecer al coger menos virutas de nieve. Pero lo que será inevitable es que cada vez sea más grande, y cuanto más grande sea más cantidad de viruta de nieve irá recogiendo, haciendo que su tamaño no pare de aumentar.
Ahora que ya sabes de qué se trata el interés compuesto, puedes hacer tus propias proyecciones. Usando siempre dos parámetros, el porcentaje y el tiempo. Cuanto mayor sea el porcentaje y mayor el horizonte temporal que te propongas, mayor va a ser el capital final que se disponga.