- La amortización reparte el coste de un activo según su vida útil y patrón de consumo; vida útil y valor residual definen el valor amortizable.
- Métodos admitidos: lineal, porcentaje constante, números dígitos y unidades de producción; cada uno ajusta el gasto de forma distinta.
- El marco fiscal (LIS y tablas AEAT) fija límites y puede requerir ajustes extracontables e incentivos como la amortización acelerada.
La amortización contable es ese “reparto ordenado” que las empresas hacen para reflejar cómo se va desgastando un activo a lo largo del tiempo. Aunque suene técnico, su objetivo es muy cotidiano: mostrar en las cuentas la pérdida de valor que sufren las máquinas, equipos, vehículos o aplicaciones informáticas por uso, obsolescencia o paso del tiempo.
Cuando compras un inmovilizado, contablemente no es un gasto del día uno: es una inversión que se irá llevando a resultados poco a poco. Con cada asiento de amortización registras dos cosas a la vez: por un lado, la reducción del valor en el activo (amortización acumulada) y, por otro, un gasto del ejercicio que representa la parte del coste que corresponde a ese periodo. Así el beneficio no se distorsiona y, además, encaja con las reglas fiscales aplicables.
Qué es la amortización (contable) y por qué importa
En terminología del Plan General de Contabilidad, la amortización reconoce la depreciación sistemática de los elementos del inmovilizado. La norma de registro y valoración 2.ª del PGC y su adaptación para pymes regulan cómo debe hacerse. En términos prácticos, hablamos de distribuir el valor amortizable durante la vida útil estimada del bien, de manera que las cuentas ofrezcan una imagen fiel del patrimonio y de los resultados.
Este criterio afecta tanto al inmovilizado material (maquinaria, mobiliario, equipos informáticos, vehículos…) como al intangible (software, concesiones, patentes…). Si la vida útil del intangible no puede medirse con fiabilidad, contablemente se amortiza en un plazo de referencia de 10 años, mientras que fiscalmente la deducción puede estar acotada, con carácter general, al 5% anual (también en el caso del fondo de comercio).
Variables clave del cálculo: vida útil, valor residual y valor amortizable
Para calcular cuotas necesitas identificar tres piezas básicas. Primero, el coste de adquisición o producción (valor histórico); segundo, la vida útil, entendida como años de uso esperados o unidades de producción previstas; y tercero, el valor residual, es decir, lo que se estima recuperar al final de la vida útil, neto de los costes de venta.
Con estos mimbres se obtiene el “valor amortizable”: coste menos valor residual. A partir de ahí, se elige el método de reparto más adecuado al patrón de consumo económico del activo. Recuerda que la amortización comienza cuando el bien está en condiciones de utilizarse con regularidad y no debe interrumpirse salvo cambios justificados en las estimaciones.
Algunas reglas generales importantes conviene tenerlas siempre presentes: la amortización acumulada nunca puede exceder el coste del activo; un bien puede seguir en uso aunque esté totalmente amortizado, sin obligación de darlo de baja; y, si un inmovilizado está compuesto por partes con distinta vida útil, es válido amortizar cada componente por separado.
Métodos de amortización admitidos contablemente
El criterio contable admite distintos métodos siempre que reflejen razonablemente el patrón de consumo de beneficios del activo. En la práctica, los más usados son los siguientes y su encaje fiscal está previsto en la Ley 27/2014 del Impuesto sobre Sociedades (LIS) y en su reglamento: lineal, porcentaje constante (decreciente), números dígitos y unidades de producción. Para elementos usados existen reglas específicas.
Método lineal o de cuotas constantes (según tablas)
Es el más sencillo: se reparte el valor amortizable en cuotas iguales durante la vida útil. Para orientarse, la Agencia Tributaria publica tablas con coeficientes máximos y periodos máximos por tipo de bien. No son de obligado uso contable, pero sí marcan límites en el ámbito fiscal para deducir el gasto. En esencia, cada año se dota la misma cantidad, lo que facilita la planificación.
Fórmula básica: cuota anual = (coste – valor residual) / años de vida útil. Por ejemplo, si una máquina cuesta 100.000 €, su valor residual esperado es 20.000 € y su vida útil son 10 años, la dotación anual sería de 8.000 €. Esta simplicidad explica por qué es el método preferido por muchas pymes, ya que reduce la carga administrativa y facilita el control presupuestario.
Método de porcentaje constante sobre bases decrecientes
Este método aplica cada año un porcentaje fijo sobre el valor pendiente de amortizar, por lo que genera cuotas decrecientes. Fiscalmente, el porcentaje parte del coeficiente lineal equivalente a la vida útil elegida dentro de las tablas y se multiplica por un factor: 1,5 si la vida útil es inferior a 5 años; 2 si es igual o superior a 5 e inferior a 8; y 2,5 si es igual o superior a 8 años. En todo caso, el porcentaje resultante no puede superar el 11%.
Pasos resumidos: 1) eliges el periodo dentro de la horquilla de tablas; 2) calculas el coeficiente lineal (100/periodo) y lo multiplicas por 1,5; 2 o 2,5 según proceda; 3) aplicas ese porcentaje al valor pendiente en cada cierre. Como consecuencia, dotas más al principio y menos al final, favoreciendo la liquidez temprana al reducir la base imponible en los primeros ejercicios.
Método de los números dígitos
Consiste en sumar los números naturales correspondientes a los años de vida útil (por ejemplo, 1+2+3+4+5 = 15 para 5 años). La cuota por dígito se calcula dividiendo el valor amortizable entre esa suma. Luego se distribuyen las cuotas multiplicando la cuota por dígito por el dígito de cada año, de forma creciente o decreciente según convenga.
Es un método flexible, pero más laborioso. La LIS lo admite expresamente y el Reglamento del Impuesto (RIS) precisa su mecánica. Se utiliza cuando se busca reconocer más depreciación al inicio o al final según el patrón de uso. Desde el punto de vista administrativo, requiere mayor control, aunque puede encajar mejor con el consumo real de determinados activos.
Método basado en el grado de utilización: unidades de producción u horas
Aquí la cuota depende del rendimiento: kilómetros, unidades fabricadas u horas de trabajo. Si el activo trabaja más, se amortiza más; si trabaja menos, la cuota cae. Este enfoque refleja con precisión el desgaste efectivo del bien y es especialmente útil para máquinas con actividad variable o flotas de vehículos.
En fiscalidad, la deducibilidad puede exigir comunicar o acreditar el sistema ante la Administración, por lo que conviene documentar muy bien las estimaciones de producción esperada y los datos de uso real cada ejercicio.
Reglas para elementos usados
Cuando el activo llega ya usado, la norma fiscal permite dos vías: a) amortizar sobre el valor de adquisición del bien aplicando hasta el doble del coeficiente máximo de tablas y reduciendo a la mitad el periodo máximo; o b) amortizar sobre el coste de adquisición originario, con el tipo máximo que fijen las tablas y el periodo máximo previsto en esas mismas tablas. En ambos casos, el objetivo es ajustar la depreciación a la menor vida remanente del bien.
Desde el punto de vista contable, debes valorar la vida útil estimada a partir de su estado actual y plan real de uso, documentando las hipótesis para sostener el patrón de consumo económico que mejor refleje la realidad del activo. Así, el método elegido debe representar fielmente el desgaste esperado en la empresa.
Ejemplos prácticos paso a paso
Veamos varios ejemplos que enlazan con los métodos descritos. Primero, un caso sencillo totalmente amortizable sin valor residual; después, un ejemplo por porcentaje constante; más tarde, la técnica de números dígitos; y, por último, un caso por unidades de producción.
Caso 1 (lineal): inmovilizado nuevo de 3.000 € adquirido el 01/01/01, vida útil 5 años y valor residual 0. Cuota anual: (3.000 – 0) / 5 = 600 € por ejercicio. Esto supone un gasto estable y fácil de presupuestar, ideal si el rendimiento del bien es uniforme.
Caso 2 (porcentaje constante): si decides amortizar el mismo bien al 40% anual por el método de porcentaje constante, las cuotas irán decreciendo al calcularse sobre el valor pendiente. Aplicando el 40% cada año, la progresión sería:
| Fecha | Cuota del ejercicio | Base pendiente al cierre |
|---|---|---|
| 01/01/01 | – | 3.000,00 |
| 31/12/01 | 40% × 3.000 = 1.200,00 | 1.800,00 |
| 31/12/02 | 40% × 1.800 = 720,00 | 1.080,00 |
| 31/12/03 | 40% × 1.080 = 432,00 | 648,00 |
| 31/12/04 | 40% × 648 = 259,20 | 388,80 |
| 31/12/05 | Amortización final: 388,80 | 0,00 |
Como se aprecia, el método concentra mayor gasto al inicio y va reduciéndose con el tiempo. Esta pauta puede mejorar la gestión de la tesorería al principio de la vida del activo.
Caso 3 (números dígitos): para 3.000 € en 5 años, la suma de dígitos es 1+2+3+4+5 = 15; la cuota por dígito es 3.000 / 15 = 200 €. Si optas por cuotas crecientes, la secuencia sería: año 1 → 200×1 = 200 €; año 2 → 200×2 = 400 €; año 3 → 200×3 = 600 €; año 4 → 200×4 = 800 €; año 5 → 200×5 = 1.000 €. Si prefieres decrecientes: año 1 → 200×5 = 1.000 €; año 2 → 200×4 = 800 €; año 3 → 200×3 = 600 €; año 4 → 200×2 = 400 €; año 5 → 200×1 = 200 €. Este diseño permite adaptar el gasto al patrón esperado de beneficios.
Caso 4 (unidades de producción): vehículo de 120.000 € con un plan máximo de 300.000 km. La tasa por unidad es 120.000 / 300.000 = 0,40 € por km. Si el primer año recorre 30.000 km, la amortización sería 30.000 × 0,40 = 12.000 €. En años de menos uso, la cuota baja; en años de más trabajo, sube, logrando un reconocimiento muy alineado con el desgaste real.
Ejemplo adicional (lineal con valor residual): máquina de 100.000 € con valor residual de 20.000 € y vida útil de 10 años. Cuota anual: (100.000 – 20.000) / 10 = 8.000 €. Este cálculo evita amortizar el componente que se espera recuperar al final, lo cual es coherente con la valoración.
Cómo se registra: asiento contable tipo
Al cierre del ejercicio, el reconocimiento contable suele hacerse con un cargo a la cuenta de gasto por amortización y un abono a la amortización acumulada del inmovilizado. En la nomenclatura del PGC, la mecánica típica sería: debitando (681) y acreditando (281) para inmovilizado material (códigos orientativos del plan).
Representación esquemática del asiento de cierre (inmovilizado material):
(681) Amortización del inmovilizado material a (281) Amortización acumulada del inmovilizado material
La cuantía del asiento coincidirá con la cuota del método elegido en el periodo. Si se trata de inmovilizado intangible, se emplean las cuentas análogas del grupo 28. Documentar las bases, supuestos y estimaciones de vida útil y valor residual es clave para auditoría y para el control interno.
Ámbito fiscal: métodos admitidos, tablas y ajustes extracontables
La LIS reconoce, para efectos del Impuesto sobre Sociedades, los métodos lineal, el decreciente con porcentaje fijo y el de los números dígitos. También se admite, en la práctica, el método vinculado al rendimiento (unidades producidas), con cautelas y acreditación. Lo relevante es que la deducción fiscal se encuadre en los límites de coeficientes máximos y periodos máximos que establecen las tablas oficiales.
Si la amortización contable no coincide con la fiscalmente deducible, hay que practicar ajustes extracontables en la base imponible. Cuando contablemente amortizas por debajo de lo permitido fiscalmente, puedes minorar la base con un ajuste negativo hoy y, en el futuro, revertirlo con un ajuste positivo cuando ya no quede amortización fiscal. Esta estrategia difiere el pago del impuesto, una ventaja de gestión de caja especialmente valiosa en entornos inflacionarios.
Además, existen incentivos como la amortización acelerada o la libertad de amortización con requisitos específicos. Ojo: estos incentivos son opciones fiscales y no se trasladan a la contabilidad; si los aplicas, se materializan mediante ajustes extracontables, dado que el criterio contable no los acepta como norma general.
En el IRPF, la deducción por amortizaciones depende del régimen de tributación: estimación directa normal, estimación directa simplificada o estimación objetiva (módulos). Cada modalidad tiene sus particularidades, pero todas pivotan sobre las mismas tablas de coeficientes y periodos publicadas por la Agencia Tributaria.
Activos amortizables y los que no se amortizan
Por definición del PGC, activo es todo bien, derecho o recurso controlado del que se esperan beneficios futuros. De ellos, solo se amortizan los no corrientes que se deterioran por uso o tiempo: los tangibles del grupo 21 (maquinaria, instalaciones, mobiliario, equipos informáticos, etc.) y los intangibles del grupo 22 (aplicaciones informáticas, concesiones, patentes…). Los activos corrientes —que se realizan en menos de 12 meses— (activo circulante) no se amortizan.
Como excepción, ciertas inversiones financieras de largo plazo, aunque sean activos no corrientes, no se amortizan porque no se consumen con el uso. En cambio, sí pueden reconocer pérdidas por deterioro cuando proceda. En todo caso, cualquier inmovilizado que contribuya al desarrollo de la actividad durante más de un año y no esté destinado a la venta entra en el ámbito amortizable contable.
No confundir: amortización contable de activos vs amortización de préstamos
En finanzas, “amortización” también se usa para describir cómo se devuelve un préstamo. Es otro concepto distinto, aunque comparta nombre. Aquí el foco no es un activo que se deprecia, sino un pasivo que se va cancelando. Los métodos más comunes en préstamos son el francés, el americano, el italiano (constante) y las cuotas crecientes o decrecientes, todos con dinámicas propias de intereses y capital.
Método francés (cuotas constantes): pagas siempre la misma cuota; al principio mayor parte intereses y menor de capital, y con el tiempo ocurre al revés. Da estabilidad de pagos y facilita la planificación financiera.
Método americano: abonas periódicamente solo intereses y devuelves todo el principal al vencimiento. Exige disciplina de ahorro porque el capital se paga de una vez, por lo que conviene a perfiles con ingresos predecibles o flujos extraordinarios previstos.
Método italiano o de amortización constante: el capital amortizado es fijo en cada periodo; la cuota total va bajando, porque los intereses se calculan sobre el capital pendiente, que decrece. Es útil si buscas un perfil de pagos que desciende con el tiempo.
Cuotas crecientes o decrecientes: ajustas el calendario para que las cuotas suban o bajen a lo largo del plazo. Puede encajar si esperas aumentos de ingresos futuros o si prefieres aliviar los pagos en etapas iniciales. En cualquier caso, esto es ajeno a la amortización contable de activos, aunque el término sea el mismo y conviene no mezclarlos.
Cuándo elegir cada método contable
Si el activo presta servicios de forma estable año a año, el método lineal es una elección natural por su claridad y simplicidad administrativa. Cuando exista un uso intenso en los primeros años o riesgo de obsolescencia temprana, la amortización decreciente (porcentaje constante o números dígitos decrecientes) permite reconocer más gasto al principio y optimizar la fiscalidad temprana.
Si el rendimiento depende del uso efectivo (producción, kilómetros, horas), el método de unidades de producción ofrece el mejor encaje económico, siempre que documentes bien la estimación de la capacidad total y la actividad anual. Para activos usados, conviene ajustar el plan a su vida remanente apoyándote en la opción fiscal adecuada y en una estimación contable robusta de vida útil y valor residual.
No olvides revisar periódicamente las estimaciones: si cambia la vida útil o el valor residual por nueva información, debes modificar prospectivamente las cuotas. Y recuerda que el total amortizado no puede exceder el coste del activo. Estas prácticas son esenciales para asegurar la imagen fiel y minimizar riesgos de discrepancias fiscales.
Consideraciones operativas y fiscales adicionales
Operativamente, la amortización se inicia cuando el activo está listo para generar ingresos con regularidad. No se suspende por paradas breves o mantenimientos programados, aunque sí debes evaluar deterioros si hay indicios de pérdida adicional de valor. Si el activo se compone de piezas con vida útil diferente (por ejemplo, un componente crítico reemplazable), amortiza por componentes.
En fiscalidad, respeta siempre los rangos de tablas: un periodo elegido fuera de la horquilla o un coeficiente por encima del máximo puede obligar a ajustes extracontables. Los incentivos de amortización acelerada o libertad de amortización son opcionales y deben aplicarse con cuidado, porque no alteran la contabilidad; solo impactan en el impuesto y requieren su reflejo mediante ajustes.
Por último, para intangibles sin vida útil fiable, recuerda la pauta práctica: amortización contable en diez años y límite fiscal del 5% anual. En el caso del fondo de comercio, la deducibilidad fiscal también está acotada, por lo que hay que cuidar el cuadro de conciliación entre resultado contable y base imponible.
Conociendo los métodos, las reglas generales y las implicaciones fiscales, resulta más fácil diseñar un plan de amortización que cuadre con el uso real del activo y con la estrategia de la empresa. Elegir bien entre cuotas constantes, porcentajes decrecientes, números dígitos o unidades de producción no es solo una cuestión técnica: también permite alinear inversión, cuenta de resultados y caja en cada etapa del proyecto.