Regla monetaria de Friedman: definición, MV=Py y comparación con Hayek

Última actualización: octubre 24, 2025
  • La regla de Friedman propone que el dinero crezca de forma estable al ritmo del PIB real para sostener la estabilidad de precios.
  • En el marco MV=Py, si cae V o P (por motivos monetarios), se compensa subiendo M; si sube y, M acompasa su crecimiento.
  • Hayek busca mantener MV constante y acepta deflación por productividad; coincide con Friedman en subir M cuando baja V.
  • Tras 2008, la base se duplicó, V cayó con fuerza y el IPC pasó de -5% a +7% acumulado, evidenciando ajustes monetarios finos.

Regla monetaria y teoría cuantitativa del dinero

La regla monetaria de Milton Friedman ha sido, desde mediados del siglo XX, uno de los enfoques más influyentes sobre cómo debe crecer el dinero en una economía para evitar sobresaltos. Su idea central es bien sencilla: que la cantidad de dinero avance a un ritmo estable, en línea con la producción, para preservar el poder adquisitivo y evitar sorpresas inflacionarias o deflacionarias. Dicho así suena de cajón, pero detrás hay una arquitectura teórica potente y un debate histórico con otros economistas como Friedrich Hayek.

A grandes rasgos, Friedman desconfiaba de la gestión discrecional del banco central, por considerar que muchas veces llega tarde o mal a los giros del ciclo económico. Prefería pautas claras y predecibles que ofrecieran un ancla nominal. Veremos cómo encaja esta propuesta en la teoría cuantitativa del dinero, cómo se compara con la visión de Hayek y qué nos enseñó la experiencia posterior a la crisis subprime de 2008, con datos sobre base monetaria, oferta monetaria, velocidad de circulación y precios.

Qué propone la regla monetaria de Friedman

La regla de Friedman establece que la oferta monetaria debe crecer a una tasa constante y moderada, muy cercana a la tendencia de crecimiento del Producto Interior Bruto real. Si la economía tiende a expandirse, por ejemplo, en torno a un ritmo anual del 3%, el agregado monetario debería acompasar esa senda, sin bandazos.

El objetivo declarado es la estabilidad de precios. Si el dinero crece al compás de la producción real, con una velocidad de circulación estable, no deberían aparecer presiones inflacionarias ni deflacionarias. Esto reduce la incertidumbre, favorece la planificación de familias y empresas y acota el margen para errores de política.

Un rasgo clave de esta propuesta es que se aparta del activismo anticíclico agresivo. En lugar de ajustar la palanca monetaria cada trimestre según el último dato, la regla apuesta por una trayectoria previsible que actúe como marco institucional. Con ello, Friedman pretende evitar tanto el sobreestímulo en expansiones como la asfixia en recesiones por contracciones monetarias involuntarias.

Además, el economista de Chicago recalcaba que los agentes no son ingenuos. Las personas y las empresas forman expectativas y anticipan la política económica, de modo que los intentos de sorprender de manera sistemática a los mercados suelen frustrarse o tener efectos no deseados. De ahí su defensa de reglas claras frente a decisiones discrecionales.

Principios de la regla monetaria

Fundamentos e intuición económica

La inspiración de fondo es liberal en el sentido clásico: dejar que los precios relativos y el mercado ajusten la economía, y que el banco central proporcione un entorno nominal estable. Friedman sostenía que buena parte de las oscilaciones intensas sufridas por Estados Unidos en el pasado se agravaron por actuaciones monetarias equivocadas o tardías.

La Gran Depresión es el ejemplo que más se cita en su obra. Según sus investigaciones, una contracción monetaria severa —derivada, entre otros factores, de una caída fuerte de la velocidad de circulación y de cierres masivos de bancos— amplificó la caída en la actividad y el empleo. Esta experiencia lo llevó a insistir en que, si la demanda de dinero se desploma, no hay que permitir que la cantidad de dinero haga lo mismo.

Desde esa óptica, el banco central debe comprometerse con una senda de crecimiento monetario preanunciada, que ancle las expectativas y minimice las sorpresas nominales. Si el público confía en que la autoridad no va a soltar el timón, las propias expectativas contribuyen a estabilizar precios y actividad.

En términos prácticos, esto se traduce en tomar como referencia la capacidad de crecimiento sostenible de la economía. Para Estados Unidos, Friedman estimó esa tendencia de largo plazo en torno al 3% anual, y defendió que la cantidad de dinero siguiese ese ritmo de forma estable, sin reaccionar a cada oscilación transitoria.

La teoría cuantitativa del dinero como marco

La regla de Friedman se entiende muy bien con la conocida identidad de la teoría cuantitativa: MV = Py. Esta relación vincula la cantidad de dinero (M) multiplicada por su velocidad de circulación (V) con el producto del nivel de precios (P) y la producción real (y).

Para fijar ideas, definimos sus elementos: M es la oferta monetaria en el agregado considerado; V es la frecuencia con que el dinero cambia de manos en un periodo; P es el nivel general de precios y y es la cantidad de bienes y servicios producidos en términos reales.

La clave está en que, si asumimos V aproximadamente estable a medio plazo, el crecimiento de M debería acompasar el de y, de modo que P se mantenga sin grandes sobresaltos. Cuando V se mueve, la regla de Friedman pide compensar esos cambios con ajustes en M para no desanclar los precios.

¿Cómo se baja esto al terreno? Aplicando comparativas ceteris paribus, con el resto constante, se desprenden tres corolarios operativos para el banco central en el marco de la regla:

  1. Si la producción real y aumenta, conviene aumentar M en sintonía. Si V no cambia, P se mantendrá estable. Para una economía con tendencia de largo plazo del PIB real en torno al 3% anual, M debería crecer a ese ritmo y, a poder ser, de manera previsible.
  2. Si el nivel de precios P cae por una perturbación distinta de un avance de la productividad, es apropiado subir M para evitar una deflación no deseada. El objetivo es preservar la estabilidad de precios.
  3. Si la velocidad V disminuye —es decir, la gente y las empresas quieren mantener más saldos líquidos—, hay que aumentar M para compensar y evitar que P se desplome. Ignorar esta caída de V llevó a contracciones monetarias muy dañinas en el pasado.

Teoría cuantitativa del dinero MV=Py

Comparación con la propuesta de Hayek

Aunque muchas veces se les presenta como polos opuestos, hay un punto de encuentro importante entre Friedman y Hayek. La regla de Hayek aspira a que la política monetaria sea neutral respecto al ahorro y la inversión, lo que se traduce en mantener constante el ingreso nominal, esto es, MV.

De ese objetivo se desprenden reglas distintas a las de Friedman en algunas circunstancias. Si y aumenta por ganancias de productividad, Hayek consideraba natural que P caiga. En un escenario de crecimiento genuino, permitir una deflación suave no es problemático, porque refleja bienes más abundantes y baratos gracias a la eficiencia.

En caso de que P descienda, lo relevante para Hayek es mirar el origen del movimiento. No es igual una caída de precios por más producción que una caída por contracción monetaria o por desplome de la demanda de dinero. La respuesta de política no debe ser la misma si la causa es real que si es monetaria.

Y aquí llega su coincidencia más sonada con Friedman: si V cae, hay que aumentar M para evitar una contracción secundaria que profundice la recesión. De hecho, esta postura ha sorprendido a quienes pensaban que Hayek era partidario de no hacer nada durante los ajustes. No es el caso cuando lo que está en juego es un vacío de liquidez.

El propio Hayek subrayó que no hay peligro en que los precios se reduzcan cuando la producción crece, idea que, recordaba, ya estaba presente en autores como A. Marshall, N. G. Pierson, W. Lexis, F. Y. Edgeworth, F. W. Taussig, L. Mises, A. C. Pigou, D. H. Robertson y G. Haberler. Lo esencial es distinguir entre deflación benigna por productividad y deflación dañina por colapso monetario.

El episodio subprime (2008–2011) bajo esta lente

La crisis financiera global de 2008 ofrece un banco de pruebas muy útil. Analizando datos de Estados Unidos, se observa que la base monetaria se duplicó entre septiembre de 2008 y enero de 2009, un salto extraordinario para apuntalar la liquidez del sistema. Sin embargo, la oferta monetaria medida por M1 mostró un comportamiento mucho más contenido.

¿Qué explica esta divergencia entre M0 (base) y M1? La velocidad de circulación V se desplomó a partir de septiembre de 2008. Con la incertidumbre y el desapalancamiento, familias y empresas incrementaron su preferencia por liquidez y los bancos acumularon reservas. Como consecuencia, la transmisión de la expansión de base al dinero más amplio fue parcial.

Conforme avanzó 2009, la caída de V se moderó y su evolución fue más estable, aunque continuó descendiendo lentamente. Este patrón encaja con el diagnóstico tanto de Friedman como de Hayek: ante una contracción de V, era imperativo evitar que los agregados monetarios se quedaran cortos y precipitaran deflación.

En cuanto a precios, el Índice de Precios al Consumo registró primero un descenso de alrededor del 5% entre julio y diciembre de 2008, para después encadenar incrementos que sumaron aproximadamente un 7% de subida acumulada. La lectura es que la respuesta de la Reserva Federal pudo haber sido algo más expansiva de lo estrictamente necesario, pero sin generar un descontrol grave en la inflación estadounidense.

Friedman, en su análisis histórico de la Gran Depresión, había resaltado que la falta de respuesta a la caída de V y el cierre de miles de bancos —más de 10.000— provocaron la llamada gran contracción monetaria. La experiencia de 2008-2011 se interpretó, en esa línea, como una tentativa de no repetir aquel error.

Un intercambio esclarecedor: notas del debate con Jorge Avila

En un intercambio público, se le planteó a Jorge Avila una cuestión sugerida por Lawrence H. White, profesor de la Universidad George Mason. White sostenía que, aunque era necesario contrarrestar la contracción expandiendo la base, se habrían cometido errores de cuantía y de composición en las compras de activos de la Reserva Federal.

Sobre la magnitud de la expansión de la base entre agosto de 2008 y enero de 2009, Avila señalaba no tener una respuesta cerrada a la hipótesis de White —por ejemplo, si esta crítica apuntaba a la inflación acumulada cercana al 7% en el periodo posterior— y se mostraba prudente al valorarla.

En cuanto a la calidad de las intervenciones, Avila tendía a compartir la preocupación por el riesgo moral. Subrayaba que los redescuentos a instituciones no bancarias fueron una decisión extrema, sin precedentes desde al menos la Gran Depresión, con el peligro de incentivar conductas imprudentes si los agentes esperan rescates futuros.

También se le preguntó por el riesgo de una aceleración inflacionaria y por la reacción esperable de Ben Bernanke. La respuesta de Avila fue que el plan de la Fed consistía en comenzar a subir el tipo de los fed funds tan pronto como se viera una recuperación clara del empleo y la producción.

Si la inflación repuntaba antes de contar con esa evidencia sólida, Bernanke se enfrentaría a un dilema de primer orden: priorizar el control de precios endureciendo condiciones o sostener la liquidez hasta consolidar la recuperación. Una disyuntiva nada trivial en tiempo real.

Cómo se entrelazan las reglas en la práctica

Volviendo al paralelismo Friedman–Hayek, el periodo 2008–2011 muestra que ambas visiones convergen en la respuesta a un desplome de V: impedir que se transforme en deflación y contracción prolongada. La diferencia aparece, sobre todo, cuando el empuje procede de la productividad: para Hayek, admitir una caída suave de precios en ese caso es deseable; Friedman, en cambio, buscaría frenar esos descensos compensando con M.

Operativamente, esto sugiere que un banco central debería vigilar, además de la inflación, la evolución de los agregados monetarios y de la velocidad, persiguiendo estabilidad nominal o de precios según su marco preferido. Con datos de alta frecuencia y reglas transparentes, se reduce la probabilidad de errores de diagnóstico.

La clave de bóveda, en cualquier caso, es la previsibilidad. Una senda de crecimiento del dinero estable y creíble actúa como ancla en las expectativas. Si la gente espera estabilidad, su propia conducta de fijación de precios y salarios coadyuva a obtenerla. Este es el espíritu de la regla de Friedman.

En paralelo, la advertencia hayekiana frente a los efectos de la manipulación crediticia sobre la estructura productiva recuerda que no toda expansión monetaria es inocua. El énfasis en no distorsionar las señales del mercado complementa, más que contradice, el propósito de estabilización.

Teoría cuantitativa y decisiones de política: tres casos de uso

Para cerrar el círculo con MV = Py, conviene sintetizar los tres escenarios operativos desde la regla monetaria de Friedman. Primero, crecimiento real sostenido de y: subir M a una tasa pareja a ese avance para mantener P estable.

Segundo, caída de P por motivos no reales: elevar M a fin de evitar una espiral deflacionaria que encarezca deudores y hunda la demanda. Aquí la regla actúa como seguro contra caídas nominales indeseadas.

Tercero, caída de V por preferencia por liquidez o tensiones financieras: compensar con M para que el gasto nominal no se derrumbe. Es el punto más visible en episodios de estrés, como se vio tras septiembre de 2008.

Estas pautas requieren, eso sí, diagnósticos finos sobre qué variable está moviéndose. No es lo mismo bajar P porque la economía produce más barato que porque falta dinero en circulación. Y ahí está la destreza —y la limitación— de cualquier regla o autoridad monetaria.

Lecturas y fuentes recomendadas

Para quien quiera profundizar, hay material académico y divulgativo con datos y marcos teóricos que permiten revisar con detalle estas cuestiones. A continuación, algunos recursos citados:

  • Download PDFDocumento de trabajo con análisis monetario.
  • Download PDFArtículo académico sobre historia del pensamiento.
  • Download PDFTrabajo académico centrado en reglas monetarias.
  • Download PDFAnálisis macro y política monetaria.
  • Download PDFEstudio comparado de enfoques monetarios.

La regla monetaria de Friedman y la perspectiva de Hayek ofrecen dos brújulas complementarias para navegar shocks y tendencias: una se centra en mantener precios estables con una senda previsible del dinero; la otra pone el acento en sostener el ingreso nominal y aceptar deflación benigna por productividad. La experiencia de 2008-2011 ilustra que, cuando la velocidad del dinero se hunde, ambos convergen en ampliar M para evitar una contracción más profunda, a la vez que el debate sobre la intensidad y la calidad de las intervenciones —incluido el riesgo moral— sigue siendo crucial para calibrar respuestas eficaces y prudentes.

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